Era un día oscuro y lluvioso de febrero y
los relojes daban las doce. Izzie Star, con sus nuevas gafas ajustadas a su
cabeza, en su esfuerzo por esquivar a Don Quijote con su lanza, se cayó al
suelo; rápidamente se deslizaron hasta ella sus compañeros de clase, aunque no
con la suficiente rapidez para evitar que el caballero de la triste figura
acabara con su vida.
GAME OVER.
La clase estaba intacta, pero empezaba a
desprender el olor a caminata en un día de pleno agosto. Las paredes, llenas de
refuerzos para que los alumnos no se lastimaran, habían dejado atrás ese
paisaje montañoso. Nosotros, los gigantes, estábamos saturados, pues nadie
había conseguido vencer la locura de Don Quijote; todos acabábamos muriendo.
Colocamos las gafas virtuales en su sitio
y al girarnos la cara de un hombre, de unos veinticinco años, con barba y
facciones marcadas nos dijo:
-
¡Oh!
Venga, chicos, no es tan difícil, hemos leído este capítulo cinco veces. Izzie,
has superado todos mis videojuegos, ¿qué crees que pasa?
-
No lo
sé, ¡siempre viene a matarme como un loco!
-
¿Por
qué crees que va a por ti?
-
¡Porque
está de la olla, profe! No sé… creo que me confunde con un gigante y por eso
quiere matarme, pero no sé cómo esquivarlo.
-
Ahí
está la clave, te confunde con… ¿pero qué eres en realidad?
-
Un molino
-
¿Y
los molinos esquivan?
Izzie salió corriendo, se puso sus gafas
de nuevo y esta vez ante el ataque de Don Quijote decidió quedarse quieta.
NEXT LEVEL.
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