El presente artículo lo han elaborado
Pedro Ángel Martín Rodríguez y Antonia Mª Coello Mesa, que forman parte del
departamento de Filología Española de la Universidad de La Laguna, Tenerife. En
él, sus autores, tratan de presentar una serie de estrategias prácticas para
trabajar la poesía en el aula de una forma más original y creativa.
En
primer lugar, reflexiona sobre la importancia de la poesía en las aulas, ya que
considera que leer poesía puede ofrecer grandes beneficios al alumno. Pero nos
encontramos con una realidad en el aula: la poesía se presenta de una forma
menos atractiva y una menor presencia que el resto de géneros literarios. Para
ejemplificarlo, nos ofrece diversos ejemplos: por un lado, son muy pocos los
padres que fomentan la lectura de poesía, así, muy pocos les compran libros de
poesía a sus hijos, por otro lado, en el aula no se lee poesía con la misma
intensidad y consideración que la narrativa. Tras esto, explican que también es
importante el entusiasmo con el que transmita el docente la materia, como bien
afirman: “no conviene olvidar que la literatura no se enseña, se contagia”.
En
segundo lugar, se detienen en una idea muy importante a tener en cuenta a la
hora de enseñar poesía, y es que no existe una sola interpretación válida. Hay
que explicarle al alumno que toda interpretación puede serlo si se razona. De
hecho, ahí reside la magia de la literatura, que cada uno puede hacer una
lectura distinta, e incluso, con la relectura con el paso de los años, puede
volver a variar esa significación que tuvo para nosotros. Por lo tanto, debemos
tener en cuenta aquello que aprendimos de la estética de la recepción: el
lector hace suyo el texto, el texto es el que es dependiendo de la lectura que
hagamos y eso es lo verdaderamente importante.
En
tercer lugar, nos presentan algunas de las actividades que podríamos realizar
para fomentar la lectura de poesía. Yo me voy a detener en la que considero que
es más importante de todas las que enumera. Si bien, estamos acostumbrados a
que la poesía se dé exigiendo contar los versos y enumerando las figuras
retóricas, en este caso, los autores destacan la importancia de la lectura. La
actividad más importante consiste en la lectura de un poema en voz alta. Tras
la lectura, el profesor les explicará su relación personal con el poema: por
qué lo ha elegido, cuándo lo leyó por primera vez, todo lo que éste crea que
puede ser de interés para los que lo escuchan. Se leerá de nuevo el poema y se
colgará el escrito en un panel de la clase. Esta misma actividad se repetirá en
más ocasiones a lo largo del curso, pero, en las siguientes ocasiones, las
lecturas las realizarán los alumnos, con lo que crearán entre todos una
antología poética creada por la clase.
La
lectura como principal objetivo de nuestra clase de literatura, y es que a amar
la poesía se aprende leyendo, y no contando sílabas o enumerando las figuras
retóricas, como si se tratase solo de eso. Así que, a partir de la lectura,
siempre propia y personal, el siguiente paso sería que el alumno se
identificase con aquello que está leyendo: que hiciese suyo el poema. Como bien
concluyen: “Hay muchos poetas y poemas, debemos saber buscar los nuestros y no
limitarnos a los que aparecen en los libros de texto”.
El artículo lo podemos encontrar en línea en Dialnet:
También en la página de Revistas de la UCM:
Referencia: Martín Rodríguez, Pedro Ángel y Coello Mesa, Antonia María (2004), Gramática y poesía: propuestas didácticas, Didáctica (Lengua y Literatura), vol. 16., pp. 117-126.
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