Cuando éramos niños
los viejos tenían como treinta
un charco era un océano
la muerte lisa y llana
no existía
Mis inicios como lectora se remontan a un libro infantil que tiene un cuento para cada día del año; mi madre me representaba cada noche con mis peluches las múltiples historias que este recogía -siempre repetía el de Los tres cerditos-, conforme crecí pude disfrutar de leerlas yo sola.
luego cuando muchachos
los viejos eran gente de cuarenta
un estanque era un océano
la muerte solamente
una palabra
No fui ajena al boom de Harry Potter: marcó un antes y un después en mi vida como lectora. Recuerdo que mis padres me obligaban a subir al pueblo en verano, donde no tenía amigos, y me compraba siempre unos quince libros para pasar el tiempo; Harry, Ron y Hermione se convirtieron en mis mejores amigos, pero también viví aventuras con Pyrgus, Henry y Blue de El portal dels Elfs, me enamoré de Jake de Memorias de Idhún y me emocioné con la historia de Alba y Dídac de Mecanoscrit del segon origen.
ya cuando nos casamos
los ancianos estaban en los cincuenta
un lago era un océano
la muerte era la muerte
de los otros.
Cuando empecé mi etapa universitaria, durante el curso me dedicaba exclusivamente a las lecturas de clase. Así que en verano aprovechaba para disfrutar de obras más amenas como Maus o Le bleu est une couleur chaude. Además, empezaron mis inicios en el mundo poético gracias al descubrimiento de Mario Benedetti y Elvira Sastre.
Ahora veteranos
ya le dimos alcance a la verdad
el océano es por fin el océano
pero la muerte empieza a ser
la nuestra.
Actualmente la poesía se ha convertido en mi mejor aliada. Los últimos libros que saqué de la biblioteca van desde Garcilaso de la Vega y Luis de Góngora; pasando por Federico García Lorca, Pedro Salinas y Luis Cernuda; hasta llegar a Luis García Montero.
Me ha encantado, pero no veo las etiquetas
ResponderEliminar¡Gracias!
Eliminar¡Qué raro! A mí sí que me aparecen...