La siguiente sesión fue realizada en un grupo
de 3ESO para trabajar el concepto de modalización a partir de la idea de persuasión lingüística. Se trataba así
de concienciar al estudiantado de hasta qué punto el lenguaje produce
significados que aparecen de manera mitigada y casi imperceptible en nuestra
vida cotidiana. La sesión se fundamenta en las técnicas teatrales de
improvisación, lo cual ya es significativo, pues implica trabajar la primera de
las competencias comunicativas curriculares: la oral (con sus rasgos de espontaneidad,
inmediatez, retroalimentación, etc.).
Centrándonos
en el desarrollo de la actividad, primeramente, el profesor solicitó dos
voluntarios. Más tarde, pidió al alumnado que diseñara una situación en la que fuera
necesario convencer a alguien de una determinada cosa; por ejemplo: un hijo
pidiendo dinero a su padre. Los dos voluntarios tuvieron que representar la
escena de manera improvisada. El objetivo último es que el personaje que solicita juegue con el lenguaje para
conseguir atenuar sus intenciones y obtener lo que desea en cada caso.
Se
realizó esta actividad con tres situaciones diferentes, solicitando el análisis
de los “espectadores” para tratar de desentrañar qué estrategias de persuasión se
habían puesto en práctica. De esta manera, se fueron apuntando en la pizarra
algunos rasgos teóricos (como se ha visto, con un anclaje claro en la realidad
pragmática): deixis personal y social, impersonalización, etc. Ello llevó
posteriormente a una mejor comprensión y análisis de los textos argumentativos.
No
obstante, siempre hay desajustes. Por ejemplo, las improvisaciones plantean
problemas relacionados con la inseguridad. Muchos de los y las estudiantes no
querían salir por miedo al ridículo. ¿Cómo podría solucionarse esto? Sin duda, implicando
a todo el grupo. Podríamos hacer que cada pareja trabaje su escena individualmente,
pero a la vez que el resto; el profesor irá paseándose por el aula y, cuando
vea un buen trabajo, ira sentando gente hasta dejar a una sola pareja, que
habrá de seguir su improvisación. Al estar la actuación ya en marcha, la
vergüenza puede reducirse sustancialmente.
Finalmente,
en lo tocante al uso de las TIC, como se ha visto a lo largo de estas líneas,
no ha habido tal uso. No obstante, elijo hacer la narrativa de esta actividad por
ser bastante innovadora y, por extensión, permitir que las TIC entren en juego.
Por ejemplo, se podría trabajar la expresión no verbal grabando las
improvisaciones en vídeo. Posteriormente, podrían llevarse al aula de
informática y que se hiciera una selección de los momentos en los que el cuerpo
también “habla”; se puede usar para ello cualquier editor sencillo, como
Windows Movie Maker o Sony Vegas. Más tarde, podrían exponerse y explicarse
esos vídeos en clase.
Del
mismo modo, también podríamos proponer que el juego de improvisación se
desarrolle vía Whatsapp (lo que, además, elude los posibles problemas con la
vergüenza). Existen programas como AirMirror que nos permiten lanzar la
pantalla del móvil al PC y, por tanto al proyector; así, la “improvisación
escrita” podría darse igualmente ante el público.
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